El envejecimiento es un proceso de atrofia que afecta los huesos, la musculatura, la grasa y el tono de la piel, y provoca la flacidez, los pliegues y las arrugas. En la cara se traduce en el descolgamiento de las cejas, las mejillas y el cuello, el aumento de la profundidad de los pliegues naturales, y las arrugas por disminución del espesor del tejido subcutáneo.
No todo el mundo envejece igual, también influyen factores personales, factores familiares o genéticos, hábitos tóxicos como el fumar o el alcohol, hábitos alimentarios inadecuados, estrés, exposición excesiva al sol, etc.
El estiramiento facial o “lifting” trata de combatir las secuelas del envejecimiento de la cara y el cuello mediante la cirugía estética. El concepto de estiramiento, sin embargo, ha dejado de ser cierto para muchos cirujanos y pertenece al pasado. La tendencia actual son las operaciones limitadas, buscando resultados naturales, más de reposicionamiento que de tensión.
Algunas pueden hacerse a través de incisiones reducidas, con endoscopia o retractores especiales, y pueden completarse con infiltraciones de grasa, botox u otras sustancias. No obstante, cada paciente debe ser individualizado y proponerle aquello que sea mejor para su caso concreto.
El lifting puede realizarse aislado, pero es frecuente asociarlo a otros procedimientos como la liposucción cervical, la blefaroplastia (cirugía de los párpados) o la rinoplastia (cirugía de la nariz). El lifting facial se realiza habitualmente bajo anestesia general. En casos de extensión limitada o retoques puede utilizarse la anestesia local más sedación.
Las incisiones típicas se realizan en el cuero cabelludo de la frente y las sienes, rodean las orejas y terminan por detrás de éstas en el pelo cerca de la nuca. A través de éstas no se busca sólo estirar la piel, sino poner al descubierto las estructuras faciales subcutáneas, lo que permite remodelar la grasa, tensar los músculos o fascias que han quedado flácidos, o atenuar o extirpar músculos que por su contractura producen arrugas de expresión, como el fruncimiento del ceño y de la frente o las patas de gallo.
Pueden efectuarse operaciones de lifting circunscritas a regiones concretas de la cara, como el lifting frontal, el facial o el cervical. La operación puede durar entre 2 y 6 horas, en función de la amplitud de la misma y de si se realizan tratamientos asociados de los párpados, liposucción, etc. Suele precisar 24 o 48 horas de ingreso.
El postoperatorio suele ser más molesto que doloroso. En general no se precisan calmantes fuertes. Es normal que existan morados, edema (hinchazón), y alteraciones de la sensibilidad, con zonas adormecidas o bien con sensación de tirantez que suelen motivar la mayor parte de las quejas de los pacientes. Estas sensaciones desaparecen gradualmente a lo largo de unas semanas o meses. A las dos o tres semanas puede hacerse vida normal. Hay que poner especial cuidado en evitar el sol durante unos meses.
La mayoría de las cicatrices quedan ocultas en el cuero cabelludo. Sólo son visibles las de delante de las orejas durante las primeras semanas, hasta que se blanquean, aunque pueden disimularse con maquillaje o con el peinado.
Los riesgos de más trascendencia, aunque infrecuentes, específicos de esta intervención de cirugía estética, son las alteraciones de la cicatrización que pueden provocar zonas de necrosis cutánea o de posible pérdida de cabello en las cicatrices del cuero cabelludo, o las lesiones nerviosas que causen alteraciones temporales o más raramente permanentes de la movilidad de la comisura bucal o de los párpados o de la sensibilidad del cuello, frente, orejas o cuero cabelludo.
Las anomalías de la cicatrización son más frecuentes en personas fumadoras.