La liposucción, que también ha sido bautizada como lipoescultura u otros nombres para hacer creer que eran técnicas distintas y más modernas, es una técnica quirúrgica empleada para eliminar depósitos de grasa localizados que deforman determinadas zonas del cuerpo, incluyendo las mejillas y el cuello, los brazos y las mamas, el abdomen, las nalgas, las caderas, los muslos, las rodillas y los tobillos.
Si se va a eliminar grasa en cantidad o extensión moderadas, se podrá practicar con anestesia local con o sin sedación. En algunos casos se podrá emplear anestesia loco-regional (de cintura para abajo). Si está previsto hacer liposucción de grandes zonas o tratar varias áreas distintas, es preferible y más segura la anestesia general.
La duración de una liposucción es variable (desde unos minutos a varias horas), dependiendo del área y la cantidad de grasa a extraer.
Es fundamental que el cirujano marque cuidadosamente las zonas a aspirar, las que sólo va a despegar y las que no deben ser tocadas, así como dónde la extracción será mayor, dónde menor, dónde más superficial, atendiendo a la deformidad de las distintas regiones y las posibles asimetrías previas. La bondad de los resultados de una liposucción depende del uso de instrumental adecuado (sobre todo cánulas de pequeño tamaño), un cuidadoso marcaje previo y una técnica operatoria sumamente meticulosa y concienzuda.
El instrumental básico es la cánula de liposucción, un tubo hueco conectado a una máquina que produce vacío o una jeringa especial. Previamente se suelen infiltrar las zonas a tratar con una solución que disminuye el sangrado y esponja la grasa favoreciendo su extracción; es lo que se denomina técnica tumescente.
El cirujano plástico introduce la cánula a través de pequeñas incisiones en la piel, preferiblemente varias y dispuestas de manera que los trayectos de la cánula se entrecrucen mientras rompe la grasa y la succiona. En los últimos años han aparecido técnicas adicionales que emplean ultrasonidos o cánulas de alta vibración; aunque a menudo se presentan en marketing como grandes innovaciones, lo cierto es que, aunque representan una ayuda, el resultado depende casi exclusivamente de la pericia y paciencia del cirujano.
Tras la cirugía es necesario remodelar la zona. Normalmente, los cirujanos plásticos colocan un vendaje compresivo al final de la operación para controlar la hinchazón y el sangrado, que cambio al día siguiente por una faja o unas medias para ayudar a la piel a adaptarse al nuevo contorno, y que será necesario llevar durante varias semanas, dependiendo de la evolución y la extensión de la cirugía. Técnicas adicionales, como el drenaje linfático manual, son recomendables para acelerar la recuperación.
Las cicatrices de la liposucción suelen ser mínimas y situadas estratégicamente para que queden escondidas, no obstante en algunos casos pueden resultar discretamente visibles.
En el postoperatorio es probable que la ropa habitual quede más estrecha, es debido a la inflamación residual y dura unos días. También es frecuente que las áreas intervenidas estén hinchadas y con hematomas, y que puedan tener una sensación de quemazón o de disminución de la sensibilidad, que se recupera paulatinamente.
Esta hinchazón y los hematomas desaparecerán en el primer mes tras la liposucción, aunque puede mantenerse una mínima inflamación durante 6 o más meses, por lo que no deben esperarse resultados definitivos hasta pasado ese tiempo.
La liposucción puede no ser suficiente para corregir defectos adicionales como la flacidez cutánea, y puede ser asociada a otras técnicas como la abdominoplastia, el estiramiento facial o la mastoplastia.
Los riesgos específicos de la liposucción son los hematomas extensos, las cicatrices anómalas por exceso o por defecto, y defectos residuales como retracciones u ondulaciones de la piel, así como cambios de pigmentación que pueden ser permanentes si nos exponemos al sol.
En algunos casos es posible que puedan producirse asimetrías que exijan una segunda intervención. Aunque improbables, pueden darse complicaciones postoperatorias excepcionales como hipotensión o anemia aguda, que pueden incluso requerir una transfusión sanguínea. La liposucción es un procedimiento quirúrgico invasivo y debe practicarse en quirófano.
El riesgo de complicaciones aumenta en pacientes fumadores.