El siglo de la eterna juventud

El siglo XXI empezó con una noticia impactante: los estudios sobre el genoma humano nos llevarán a corto plazo a la eterna juventud.

En efecto, algunos científicos teorizan sobre la posibilidad de que la manipulación genética de células “madre”, aptas para convertirse en el tejido que deseemos, nos proveerá de órganos o tejidos que sustituyan los gastados o enfermos. Podremos regenerar el hígado, el corazón o las arterias y volverlos a estrenar, como quien dice. Por otro lado, el control genético de los mecanismos de oxidación y envejecimiento celular enlentecerá o detendrá la caída del cabello, la atrofia de la piel, las arrugas, el desgaste articular… ¡Como decía, la eterna juventud!

El género humano, el único capaz de ser consciente del paso del tiempo y su condición de mortal, ha estado siempre preocupado por la manera de evitar o al menos alargar las consecuencias. Y, como mínimo, asegurarse una vida después de la muerte, bien a nivel histórico y colectivo, con monumentos que le recordasen, bien a nivel personal, con ritos y creencias religiosas que le asegurasen un traspaso a una vida mejor.

Esta preocupación por detener el tiempo y mantener la belleza le ha llevado a lo largo de miles de años a buscar maneras de lucir un mejor aspecto: Se ha tatuado, se ha puesto sustancias que le maquillasen, se ha pintado, ha utilizado pelucas, joyas y vestidos… En la actualidad seguimos conservando pautas del pasado (maquillajes, vestidos, joyas) pero hemos ido más lejos: La medicina nos ha puesto al alcance  técnicas y tratamientos muy efectivos para seguir presumiendo de caras y cuerpos casi perfectos.

Es cierto que algunos de estos tratamientos pueden tener riesgos, y que otros son absolutamente ineficaces. También la picaresca y la falta de escrúpulos han estado presentes a lo largo de la Historia, al lado de los sensatos que con prudencia y responsabilidad han desarrollado su arte.

En el futuro, estoy seguro que seguirán habiendo magníficos vendedores de mentiras. Como pasa ahora con el láser o las infiltraciones, habrá quien basándose en “genomas” reales venderá humo a los incautos. Pero también habrá especialistas en medicina estética que usarán con conocimiento y honestidad las nuevas técnicas.

Y que, mientras todo eso llega, seguirán aconsejando las mejores opciones para cada uno.