La rinoplastia es un procedimiento quirúrgico para mejorar la forma y/o la función nasal. Generalmente se denomina rinoplastia cuando sólo se pretenden corregir externamente los defectos estéticos y septoplastia cuando se actúa sobre el tabique nasal y cornetes para mejorar la función respiratoria.
La mayor parte de las veces deben corregirse ambas cosas por lo que se suele hablar de septorrinoplastia. En ocasiones conviene corregir también el mentón (mentoplastia) para equilibrar los rasgos. En ese caso hablamos de rinomentoplastia o perfiloplastia.
Puede requerir anestesia local con sedación o anestesia general, según la dificultad y extensión.
La septorrinoplastia puede ser abierta o cerrada. En el primer caso queda una mínima cicatriz en la columela o puente entre los dos orificios, en el segundo las incisiones son internas y no se ven. Normalmente el cirujano plástico prefiere la técnica cerrada, y utiliza la abierta sólo en casos de corrección de secuelas en personas ya operadas anteriormente o en narices muy deformadas por asimetrías de los cartílagos.
La rinoplastia busca la proporción armónica de la nariz en el contexto de las facciones faciales. Por ello a menudo se trata más de una redistribución de volúmenes que de reducir sin más. Se puede actuar de forma parcial sobre la punta o el dorso, modificar la anchura de la pirámide o de los orificios, cambiar el ángulo entre la nariz y el labio superior, enderezar el tabique, acortar o alargar la nariz, o actuar de forma global sobre todas las estructuras nasales.
La utilización de pequeños injertos de cartílago del tabique para rellenar algunas zonas, conjuntamente con el lijado o la atenuación de las zonas nasales prominentes, puede conseguir una delicada armonía que no se conseguiría solamente rebajando la nariz.
En algunos casos son necesarios injertos de hueso que se toman del cráneo, del codo o de la cadera, o de cartílago de pabellón auricular o de región costal, en cuyos casos podrán quedar cicatrices residuales de mayor o menor extensión en esas zonas.
Después de la cirugía se colocan taponamientos nasales y una férula externa sobre la nariz, que se retirarán pasados unos días.
La mayoría de las molestias son leves y se controlarán con medicamentos para el dolor y la inflamación. La hinchazón (edema) y los morados (equimosis) de los párpados no ceden completamente hasta pasados varios días. Entre las tres semanas y los dos meses se ven los resultados, pero no los damos como definitivos hasta pasados más de seis meses.
Los riesgos específicos del procedimiento de rinoplastia son la hemorragia, el desplazamiento de los injertos, y excepcionalmente trastornos de la cicatrización de mayor importancia que pueden provocar asimetrías, deformidades residuales, necrosis cutánea o mucosa, o perforación del tabique. También la posible persistencia de cicatrices permanentes y visibles, en las zonas donantes, cuando se requiera el uso de injertos de hueso o cartílago. Los problemas de cicatrización son más frecuentes en fumadores.
Existe la posibilidad de que quede una dificultad respiratoria nasal residual, que suele ser temporal, aunque en algunos casos podría ser permanente.